
Una de las decisiones más importantes de nuestra vida es la de quién será la persona que nos acompañará como pareja. A decir verdad, esta ha sido una de las preguntas que más me ha preocupado a lo largo de mi juventud.
Es muy probable que la mayoría de los que lean este comentario en algún momento se hayan hecho la misma pregunta. Ahora bien, para un joven cristiano la decisión de escoger al cónyuge no puede ser algo que sea tomado a la ligera, por eso, es preciso que compartamos ciertos puntos importantes en este asunto.
Podemos empezar haciéndonos la siguiente pregunta de forma personal: “¿Anhelo ser alguien que entregue su vida por completo a Dios?” . Conviene que recordemos lo que el Señor Jesús recalcó:
Si deseamos servir a Cristo debemos recordar que la totalidad de nuestras decisiones deben estar orientadas a servirle a Él y a seguir sus ordenanzas y esto incluye la elección del cónyuge.
Aquel que tome sus decisiones sin consultarlas con Dios o en contra de la expresa voluntad del Señor, es alguien que no está consagrando su vida por completo a Dios y si bien el Señor, en su misericordia, puede rescatarlo, le resultaría mejor consagrar sus decisiones a Dios. Resulta fácil decir que la persona que va a ser nuestro cónyuge debe ser acorde con la voluntad de Dios, pero ¿Cómo saber si esa persona está acorde con la voluntad de Dios? ¿Cómo conocer si podremos ser felices juntos?, o ¿Cómo saber si podremos servir a Dios de una mejor manera juntos? Bien, de forma práctica podemos plantearnos ciertas preguntas que seguramente nos ayudarán a tomar una decisión en armonía con la voluntad divina antes de iniciar un noviazgo, siempre recordando que cada una de ellas debe ser contestada acompañada de profunda oración y humildad:
¿Presenta esta persona (que me atrae y de quien estoy considerando que puede ser mi pareja) las siguientes cualidades? 1
Una respuesta afirmativa a estas cualidades es un claro punto a favor de que esta persona presenta cualidades que serán muy útiles para la felicidad de un hogar. Con esto no quiero decir que la persona deba ser “perfecta”, la Escritura de por sí enseña que no somos seres perfectos 2, pero aunque no somos seres perfectos si nos llama a ser seres que anhelan encontrar la perfección en el Señor Jesús 3.
¿Soy, yo mismo, una persona con las cualidades anteriores (por la gracia del Señor Jesús)?
No podemos simplemente pedir una persona con las cualidades que señalamos en la pregunta anterior, es necesario que nosotros mismos anhelemos la perfección en el Señor Jesús y que, con la constante dependencia de su Espíritu Santo, nos convirtamos en personas que puedan ofrecer esas mismas cualidades a nuestra pareja.
¿Presenta la persona alguna de las siguientes cualidades? 4
Existen ciertas cualidades que aumentan enormemente las posibilidades de fracaso en una relación, y por sobre todo, disminuirán nuestra utilidad hacia Dios; recordemos que el propósito por el cual examinamos estas preguntas y características es que deseamos honrar a Dios en cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo la elección del cónyuge y el hogar que eventualmente formemos. La presencia de estas cualidades son indicativos de que la persona que estamos considerando muy probablemente no está colocando a Dios en el primer lugar de su vida; bien sabemos que no somos seres perfectos, debemos también recordar: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” (Mateo 7: 16).
Es en especial importante que consideremos a aquellos que presentan un carácter loable, pero que conscientemente han rechazado el llamado al arrepentimiento y a una vida consagrada a Cristo, tales personas no serán una bendición para nuestras vidas y no honraremos el nombre de Dios al elegirlas. "La persona incrédula puede tener un excelente carácter moral, pero el hecho de que no haya respondido a las exigencias de Dios y haya descuidado una salvación tan grande, es razón suficiente para que no se verifique una unión tal". 5
Una vez establecido un noviazgo existen ciertas preguntas que al responderlas también nos ayudarían a dar el siguiente paso.
¿Me permiten: mi edad, mi experiencia, mis cualidades físicas, mis cualidades intelectuales y mi espiritualidad, iniciar una relación que eventualmente mantendrá a una familia con bien? 6En realidad aquí hay más de una pregunta, pero la respuesta tiene un punto en común: la madurez. Una definición para madurez es la “edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la vejez.” 7 En otras palabras la madurez es el segmento de vida que mejor nos permite realizar ciertos proyectos, si bien algunos lo alcanzan antes que otros. En este asunto tenemos que considerar si hemos alcanzado la preparación física e intelectual, que se requiere para trabajar y conseguir el sustento necesario para una familia. Uno de los propósitos de encontrar pareja es el de eventualmente formar un hogar, por ende cualquier movimiento que se haga para encontrar una pareja persigue como uno de sus fines formar un hogar. Mientras estemos en el proceso de conseguir esa madurez no se debe dar un paso que aumente nuestras posibilidades de obtener un fracaso o mejor dicho un hogar fracasado. Por otro lado, la espiritualidad en el hogar es un asunto sumamente importante, como cristianos nuestro deber es el de honrar a Dios en todo aquello que hagamos, el hogar que formemos debe ser un baluarte que honre la voluntad divina y si nosotros mismos no honramos la voluntad divina no podemos creer que los pequeños herederos de ese hogar aprenderán a hacerlo gracias a nuestro ejemplo.
Con respecto a la relación que se ha iniciado hay que examinar si en sí misma es una relación saludable que honra el nombre de Dios. Para ello es necesario considerar varios puntos que resumiremos así: ¿Nos permite nuestra relación…? 8
De ser así, tenemos un indicativo de que nuestra relación está marchando de forma correcta. Sin embargo no hay que olvidar que al momento de contestar cada una de estas preguntas es necesario hacerlo con oración y pidiendo la dirección divina.
¿Estamos dispuestos a adaptarnos el uno al otro para evitar diferencias? 9
Hay que considerar que por muchas buenas cualidades que ambos miembros de la pareja tengan, siempre existe la posibilidad de que surjan diferencias. Es necesario saber que existirán momentos en los que se deberá ser tolerante y aceptar ciertas cualidades con el deseo de hacer feliz a la otra persona. La base de la relación debe ser el amor y el constante deseo de que la otra persona sea feliz, no se debe permitir que fines egoístas dominen nuestros pensamientos y acciones. Si es posible hacer algún sacrificio que no comprometa nuestra relación, deber y esfera de utilidad hacia Dios, debe hacerse.
¿Podemos concluir que nuestra relación nos está permitiendo avanzar hacia el Cielo? 10
En nuestra última pregunta regresamos a nuestro punto de partida. Si hemos actuado de la forma correcta, si hemos pedido la dirección divina en oración sincera, si hemos permitido que sea Dios quien nos guie y con humildad hemos aceptado sus ordenanzas, entonces podremos decir: “Sí, nuestra relación nos está permitiendo avanzar al Cielo, nos está permitiendo aumentar nuestro amor hacia Dios y nos está permitiendo ampliar nuestra esfera de influencia para servir a Dios.”
El libro de Proverbios plantea algo muy cierto, tanto para hombres como para mujeres:
En ambos casos no es la sabiduría humana la que nos permitirá encontrar a la persona correcta, sino la dependencia humilde en la dirección divina.
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