Vivíamos los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.
El Almirante W. L. Capps surcaba las aguas inquietas del Océano Pacífico rumbo al Japón.
Aunque yo era sólo uno de los 500 soldados a bordo, se me podía identificar fácilmente por el llamativo corte de pelo indio que había adoptado hacía poco.
Me daba la apariencia de alguien que estaba buscando una pelea.
“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:1, 2).
¿Cómo pudo un joven que sufría de una enfermedad respiratoria soportar un confinamiento de 15 años en una cárcel, sometido a trabajos forzados en la China por causa de sus convicciones religiosas, y finalmente salir de allí sano y salvo?
¿Cómo fue posible que su vida se salvara de accidentes mortales por lo menos seis veces en el campo de concentración? ¿Cómo pudo esa misma persona, encerrada por años en una celda de 2 por 3 metros, tener el privilegio de viajar por docenas de países para dar testimonio de la verdadera libertad en Cristo?
Yo soy ese joven, ese preso.
¿Se imaginaría a Elvis arriba de un púlpito predicando con la Biblia en mano las bondades de Dios?
Tal vez no te parecería tan extraño, si supieras que Elvis fue un niño que asistía a diario a la iglesia.
«En ocasiones, estando en el escenario y viendo a las multitudes gritando, a la vez que extienden sus manos hacia mí, como si tuvieran hambre de algo que yo pueda darles, me he preguntado qué ocurriría si empezara a predicarles el evangelio. Pero jamás he sido capaz de hacerlo»,
Si alguna vez dudaste de lo que Dios es capaz de hacer para salvar a alguien, continúa leyendo esto. Muchacho, yo sí que tengo algo para contar. Es acerca de cómo Dios me alcanzó mediante un chico llamado Cedarric Collins.
Mi hermano y yo vivíamos en un pequeño departamento en Seattle, en los Estados Unidos.
Mi hermano iba a la iglesia regularmente. En cuanto a mí, me había vuelto rebelde hacia mis padres desde que se divorciaron, subsistiendo por mi cuenta por algunos años, antes de reunirme con mi hermano.
Autor: Caroline V. Katemba Tobing
¿Crees en la oración? ¿Has sentido la alegría de tener respuesta a tus oraciones?
La Biblia se refiere frecuentemente a la oración. Cuando oramos, conversamos con Dios, revelamos nuestra confianza en él, nos aferramos a sus promesas, aguardamos su respuesta, y avanzamos con la certeza de que él es poderoso. Una vida sin oración es una vida inestable.
Descarga gratis en tu teléfono y tablet 'En Busca de Jesús" y aprende cada día más acerca de la Biblia pulsando aquí
Este sitio utiliza cookies para mejorar la experiencia de usuario. Saber más
jovenes-cristianos.com | El portal cristiano para jóvenes en español | Copyright © 2022 | Todos los derechos reservados |