¿Qué significa cuando Pablo dice “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). ¿Cómo es posible ser salvado por las obras, aún cuando Pablo dice en varios lugares que la salvación es solamente por fe?
Uno de los elementos esenciales de la interpretación bíblica consiste en leer un pasaje en su contexto. En este caso se trata del deseo de Pablo de que los cristianos filipenses llevasen una vida “digna del Evangelio de Cristo” (1:27).
Esto significa dejar a un lado el egocentrismo (2:2), reflejar la mente de Cristo (2:5) en todo lo que se hace, aún si esto llevara a la muerte.
“No os fiéis de las tablas podridas”, escribió el dramaturgo inglés William Shakespeare. Y es lógico, pues antes de saltar al interior de un bote, por ejemplo, conviene asegurarse de que sus tablas no estén podridas.
Las palabras de Shakespeare reflejan bien el sentir de Salomón, el sabio rey del antiguo Israel, quien unos tres mil años atrás escribió: “El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va” (Proverbios 14:15, NVI).
Solo un ingenuo iría por la vida aceptando ciegamente todo lo que oyera y basando sus decisiones y conducta en consejos irreflexivos y enseñanzas infundadas.
Nuestra salvación proviene de un Dios que nos ama tanto que no escatima esfuerzo alguno a fin de ganarnos de nuevo para él.
El registro de su actividad salvadora en la lucha entre el bien y el mal es la historia más grande jamás contada. Es ciertamente el drama de las edades.
En esta historia, dos jardines aportan el escenario para acontecimientos cruciales.
Del primer jardín provienen el pecado, la pérdida, la vergüenza y la muerte. Del segundo, fluyen la esperanza, el gozo y la vida.
Un día, una multitud de hombres arrastraban a una mujer a la presencia de Jesús y le dijeron: “esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mando Moisés apedrear a tales mujeres. Tu, pues, ¿Qué dices?” (San Juan 8:4-5)
Jesús respondió: “El que de vosotros este sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v.7).
La Biblia dice que uno tras otro, los hombres se fueron.
¿Alguna vez has conocido a alguien que realmente confía en Dios?
Cuando yo era ateo, tenía una buena amiga que oraba a menudo. Cada semana me contaba algo en lo que confiaba que Dios iba a actuar.
Y cada semana yo veía que Dios hacía algo inusual para responder a su oración. ¿Sabes lo difícil que es para un ateo observar eso semana tras semana?
Después de un tiempo, la "coincidencia" empieza a sonar como un argumento muy débil.
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