
Cuando la gente en los tiempos bíblicos le hacía preguntas a Jesús, a menudo Él daba respuestas que ellos no se esperaban. Generalmente tenían dos opciones. Preguntaban: “¿Es de esta o de aquella forma?” Y Jesús les respondía: “Ni la una ni la otra.”
Por ejemplo, la mujer Samaritana con quien habló Jesús en el pozo de Jacob, le preguntó si debían adorar en la montaña más cercana o en Jerusalén (Juan 4:20). Jesús básicamente le dijo que el lugar no era importante; que lo más importante es cómo se adora.
Cierta vez, los discípulos de Jesús le preguntaron: “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?” (Juan 9:2). Nuevamente Jesús contestó: “Ni él pecó, ni sus padres”. En algunas situaciones –les explicó–, simplemente se brinda honor al nombre de Dios.
Cuando los acusadores de la mujer sorprendida en el acto de adulterio la llevaron a los pies de Jesús, le dijeron: “En la ley de Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?” (Juan 8:5). Los fariseos veían solamente dos opciones –apedrearla o ignorar su pecado. Pero Jesús conocía los pecados de los acusadores tan bien como los de la mujer. Y deseaba perdonarlos todos.
Agachándose, Jesús escribió su respuesta en el suelo. Cuando los acusadores soltaron sus piedras y se fueron, furtivamente, Jesús le dijo a la mujer: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”
El Tema Verdadero
Intentando atraparlo por sus palabras, los enemigos de Jesús le hicieron algunas preguntas comprometedoras. Una de ellas fue: “Está permitido dar tributo a César, o no?” (Mateo 22:17). Contestar afirmativa o negativamente, ¡haría perder a Jesús! Pero Jesús salió victorioso con una respuesta muchísimo mejor: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.” Jesús se negó a permitir que su enfoque no estuviera en Dios. Ni pagar ni quedarse con los impuestos era el tema verdadero. El tema verdadero era darle honor a Dios.
En cada situación Jesús llevó la conversación hacia Dios –venerando a Dios, honrando a Dios, sirviendo a Dios. Aquellos que trataban de entrampar a Jesús fueron derrotados. Y, eventualmente, nadie osó hacerle más preguntas.
A veces nos sorprendemos preguntándonos, “¿es esta la forma apropiada de hacer las cosas o hay otra mejor?” Y Jesús puede responder: “Ni la una ni la otra. Mis pensamientos y formas son mucho más altos que los de ustedes, así como el cielo es más alto que la tierra.”
“¿Debo hacer esto o aquello?”, nos preguntamos. Y Jesús quizás conteste: “Ni lo uno ni lo otro. Tengo algo mucho mejor planeado para tu vida.” Tal vez preguntemos: “¿Me ocurrió esto malo porque me equivoqué, o fue culpa de otro?” La respuesta de Jesús puede ser: “Ni lo uno ni lo otro. No se trata de lo que te pasó a ti. Tiene que ver con Dios y lo que a Él le brindará gloria.”
Ni por un instante estoy sugiriendo que no vale la pena hacerle preguntas a Dios debido a que no podemos entender los caminos del Señor. Al contrario, cuando nuestros corazones y mentes se abren al Espíritu, experimentaremos la experiencia maravillosa de recibir las inesperadas respuestas de Dios.
Descarga gratis en tu teléfono y tablet 'En Busca de Jesús" y aprende cada día más acerca de la Biblia pulsando aquí
Este sitio utiliza cookies para mejorar la experiencia de usuario. Saber más
jovenes-cristianos.com | El portal cristiano para jóvenes en español | Copyright © 2022 | Todos los derechos reservados |