
El humor tiene valor como recurso terapéutico, incluso aunque no cambie las cosas de forma permanente.
La risa incrementa la capacidad de nuestro sistema inmunológico en su lucha contra la enfermedad. La ciencia gradualmente reconoce con más aprecio el diseño de Dios. Ciertamente, “formidables, maravillosas” son sus obras.
En este artículo conoceremos un poco más como funciona este mecanismo natural del cuerpo, y qué efectos tiene sobre el mismo.
Una amiga mía se iba a casar. Todo prometía que ese fin de semana nos íbamos a divertir en grande. Pero cuando llegué al aeropuerto, los pasajeros ya estaban a bordo y el avión listo para despegar. Con mi amiga nos llevamos a remolque la una a la otra y corrimos hasta la puerta de embarque. Literalmente le suplicamos a la azafata del acceso al corredor de embarque que me permitiera entrar como fuera en ese vuelo.
El casamiento era muy importante y yo no podía esperar. Después de algunos ceños fruncidos y un susurrante llamado al capitán, la azafata accedió a abrir nuevamente la puerta, pero con una condición: mi equipaje llegaría en un vuelo posterior.
Pero ¿qué pasaría si éste no llegaba a tiempo? ¡Ahora estaba todavía más desesperada! ¿Cómo podía ser la dama de honor de la boda sin la ropa apropiada? Entonces, antes que pudiera explicar la naturaleza de mi compromiso a la azafata, mis amigos llegaron en mi rescate. Quedé horrorizada al ver mi ropa interior y otros enseres personales flotando en una enorme bolsa de plástico transparente.
Me precipité dentro del avión, con mi cartera en una mano y mi pesadilla de plástico en la otra. La vida es así. Nos encontramos a nosotros mismos por accidente o por nuestra propia causa en situaciones que atentan contra nuestra sanidad mental o ponen a prueba nuestro humor.
El humor nos deja sabor a felicidad, la vida nos parece mejor, los problemas se minimizan, los colores se ven más brillantes y todo el cielo parece sonreírnos. ¿Acaso no dijo Salomón que “el corazón alegre es buena medicina”?
Eso fue hace tres mil años. Ahora, algunos estudios muestran que el dicho del hombre sabio no fue sólo una “buena ocurrencia”, sino una verdad científica.
Primeramente, una palabra sobre cómo funciona el sistema inmunológico del cuerpo. El sistema inmunológico lucha contra la enfermedad y es controlado por neurotransmisores que están hechos y son liberados por el sistema nervioso. El sistema nervioso es de dos clases: simpático y parasimpático. Si alguien grita tu nombre cuando dormitas en la clase o en la iglesia, tú te pondrás súbitamente alerta, los vasos capilares se te constreñirán, las pupilas se te dilatarán y tu corazón palpitará más rápido. Esta es una reacción del sistema simpático.
El sistema simpático está diseñado para prestar utilidad en períodos breves y no constantes. Si esto estuviera constantemente repitiéndose a alta velocidad, el resultado sería de efectos negativos, como ocurre bajo el estrés. El estrés puede causar una alta presión arterial, dañando las paredes de los vasos sanguíneos y puede constreñir los vasos sanguíneos, estrechando posteriormente el flujo sanguíneo.
Cuando los músculos no reciben suficiente sangre y oxígeno, sentimos dolor y éstos lentamente se mueren. Si se tratara de un músculo como el corazón, en ese caso experimentaríamos un ataque cardíaco.
Tales resultados físicos, asociados con el sistema nervioso simpático, se producen por los neurotransmisores, como la epinefrina y la dopamina, que son liberadas masivamente en el cuerpo bajo ciertas circunstancias; como sucede cuando uno está bajo estrés o cuando alguien pronuncia en voz alta el nombre de uno mientras uno se halla dormitando.
Aquí es donde la risa tiene un papel saludable que jugar. La risa disminuye los niveles de epinefrina y dopamina y de esa manera también reduce el efecto negativo de esos neurotransmisores sobre nuestro cuerpo. La risa también baja la cantidad de cortisona que circula, la cual actúa como supresor natural del sistema inmunológico y hace que el cuerpo sea más susceptible a la enfermedad. Sin este efecto supresor, el sistema inmunológico puede combatir la infección más exitosamente.
El sistema inmunológico actúa por medio de glóbulos blancos que luchan contra la infección. ¿Tiene la risa alguna influencia sobre tales glóbulos? El Dr. L. S. Berk y su equipo de investigación decidieron descubrirlo. Estudiaron el efecto de la risa sobre tres clases de glóbulos blancos: linfocitos, granulocitos y monocitos.
La investigación incluyó un grupo de participantes a quienes se les proyectó un video humorístico que producía gran hilaridad. Los niveles de sangre de varios leucocitos fueron medidos antes, durante y rápidamente después, e incluso al día siguiente, luego de haber visto el video y reído a carcajadas. Descubrieron que los glóbulos blancos y su producción se incrementan durante la risa, y que este aumento estadísticamente significativo, a menudo se extiende hasta el día siguiente, implicando que el efecto puede ser de término prolongado.
Se notaron incrementos significativos en productos de linfocitos tales como células de muerte natural y gamma interferón, los que específicamente atacan células virales y tumorales. También se incrementaron los anticuerpos, los cuales son productos B-linfocitos que proveen inmunidad contra ciertas enfermedades. Tales aumentos mejoran la función de todo el sistema inmunológico. Y se están realizando más estudios para demostrar los resultados positivos de la risa.
No hace mucho tiempo me sentía como quien está medio fuera de foco. Había estado de guardia en el hospital toda la noche. Me sentía muy cansada. Había perdido mucho sueño. Justamente cuando la larga noche terminaba, mi receptor de radiollamadas zumbó. Observé que era un número telefónico muy familiar. Llamé y escuché una grabación. Intenté otra vez y me encontré con la máquina contestadora una vez más.
Tanto el número como la voz me resultaban familiares, pero no les podía poner rostro. A pesar de ello, dejé un mensaje. Cerca de cuatro horas después, un amigo me llamó y me preguntó si había escuchado los mensajes grabados en mi máquina receptora. Cuando lo hice, no pude menos que estallar en una carcajada. ¡Eran mi propio número de teléfono y mi misma voz! La risa se llevó todo mi estrés. Estaba lista para enfrentar el nuevo día.
La risa incrementa la capacidad de nuestro sistema inmunológico en su lucha contra la enfermedad. La ciencia gradualmente reconoce con más aprecio el diseño de Dios. Ciertamente, “formidables, maravillosas” son sus obras.
Autor: Sarah Uffindell
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