
Trabajar con un niño hiperactivo puede ser un problema, si el maestro o el jóven que lo tiene a cargo no conoce de qué se trata. Muy a menudo se los acaba clasificándolo como "niños groseros", y esto no tiene por qué ser cierto.
El objetivo de este artículo es ayudarte a ti, como maestro/a de niños e infantiles en tu iglesia, a comprender qué es lo que realmente pasa en ese niño que es tan inquieto y desatento en la sala, brindándote además estrategias para que puedas ayudarlo a que aprenda mejor y se integre al resto de los niños.
Se lo conoce como ADD, o ADHD por sus siglas en inglés Atention Deficit Disorder y Attention Deficit Hyperactive Disorder, que corresponden en español al TDAH: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
Barkley (1994) menciona que el TDAH es el término usado para describir un desorden específico del desarrollo, visto tanto en niños como adultos, y que se caracteriza por tres síntomas claves: el déficit de atención, la hiperactividad y la impulsividad tanto cognitiva como conductual. Debemos tener en cuenta que estas características se presentan de manera distinta en cada niño y con diferente intensidad; además estas áreas no son igualmente importantes en cada etapa de la vida del niño.
En diferentes estudios realizados, se comprobó que había niños que tenían poca atención, dificultades en la concentración y dificultades con las tareas escolares pero no estaban todo el tiempo moviéndose, por lo que se hizo la siguiente distinción:
Los niños con este trastorno representan un problema, en especial para aquellos maestros que tienen poca imaginación y poca paciencia: estos niños se aburren. Además esta problemática genera mucha ansiedad en el ambiente familiar y una gran preocupación escolar.
Como menciona Estrella Joselevich(2003) aunque todos pasamos momentos en que no podemos concentrarnos en forma adecuada, momentos en que no regulamos apropiadamente la cantidad e intencionalidad de nuestros movimientos, o bien momentos en que actuamos impulsivamente, los síntomas o comportamientos en personas con TDAH, se observan con mayor frecuencia e intensidad que en personas de igual edad, interfiriendo en su vida cotidiana y en todo su entorno en general.
La fundación ADANA, junto a seis profesionales afines, prepararon un material interesante sobre niños con TDAH llamado Guía práctica para educadores, en el cual describen las siguientes características:
El niño predominantemente inatento parece no escuchar cuando se le habla directamente, parece que sueña despierto, que le cuesta ponerse en marcha y a menudo, olvida o pierde cosas. Acostumbra a distraerse y a valorar cualquier ruido o estimulo irrelevante, pudiéndose dispersar en actividades de juegos o atractivas para él. En el aprendizaje se muestra pasivo, pasa desapercibido y no aprende al ritmo esperado. Generalmente, estos niños pasan como poco inteligentes (aunque no sea cierto) o con un grado de desmotivación alarmante. Es común que quede relegado y que nadie “espere” más de él o de ella.
El niño predominantemente hiperactivo-impulsivo se mueve de un lugar a otro en momentos inapropiados, mueve manos y pies en exceso, se balancea y se levanta a menudo de su silla. Acostumbra a interrumpir conversaciones y actividades, y suele “meterse” en los juegos de los otros. Responde en forma precipitada, incluso antes de que se termine de formular la pregunta. Tiene dificultades para dedicarse a tareas o juegos tranquilos y habla en exceso. El comportamiento de estos niños resulta molesto y, a menudo, preocupa mucho por las manifestaciones de agresividad tanto en la escuela como dentro del marco familiar.
Qué no es TDAH
• No es una conducta que se corrige con castigos o mayor disciplina.
• No es una condición de los niños que luego superan.
• No es una condición desarrollada por la mala crianza de los hijos.
• No es un bloqueo o problema emocional.
• No es un problema específico del aprendizaje.
• No es una conducta intencional.
Frente a las situaciones que manifiestan los niños con este trastorno, es normal que los maestros se desanimen. Pero además de orar, los maestros pueden ayudar mucho a estos niños. María Peñafiel y José Ramón Gamo describieron algunas actitudes necesarias en el maestro, que debemos tener en cuenta:
Como se ha mencionado anteriormente, frente a las situaciones que manifiestan los niños con este trastorno, es normal que los maestros se desanimen. Pero además de orar, los maestros pueden ayudar mucho a estos niños. Esperamos que este artículo te haya servido de ayuda. Recuerda que conocer mejor este trastorno ayuda a comprender mejor a quien lo padece.
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