La educación es hoy un deber que tiene que asumir todo joven creyente. Pero en esa tarea no está solo. El Dios de toda sabiduría será su fuente de provisión y de socorro permanente, para comprobar que de Dios es la ciencia y el conocimiento.
Lo primero que debes tener en cuenta, amado joven cristiano, es que Dios está interesado en todo lo que concierne a tu vida. No pienses que la esfera de tus estudios es ajena al Señor, o que a él no le compete, que no le interesa, o que en ella no te puede ayudar.
Rubén Darío comenzó su famosa «Canción de otoño en primavera» con las palabras "¡Juventud, divino tesoro!", como si no le cupiese la menor duda de que la juventud es un don precioso, todo belleza, todo lirismo.
Sin embargo, su vida no siempre fue un paraíso siempre plácido en el que «la historia sonríe como una flor». Más adelante confiesa, dada la experiencia juvenil que tuvo «en un mundo de duelo y de aflicción», que su juventud fue una «cabellera oscura, hecha de noche y de dolor»; a la ternura se ha unido «una pasión violenta». La conclusión de Darío no podía ser más patética: «La vida es dura. Amarga, y pesa».
¿Es cierto esto en los días de la juventud?
Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal.
Uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia.
Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. Gálatas 1:10
En algún momento de mi vida mi mayor anhelo era quedar bien con todas las personas, tratar la manera de agradarlos en lo que pudiera para que tuvieran un buen concepto de mi.
Obviamente no lo lograba, siempre había quienes por más bien que tratara de hacer las cosas, tenían un comentario negativo acerca de lo que hacía.
Por lo general en esta época del año muchas personas padecen de sentimientos encontrados provocados por recuerdos del pasado que en su momento fueron situaciones que a lo mejor dolieron mucho.
Y es que en ocasiones tenemos una muy buena memoria para recordar los momentos malos, los momentos difíciles a los que nos hemos enfrentado, pero muy poca memoria para recordar los momentos lindos que Dios nos ha regalado.
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