
Generalmente, cuanto más antiguo el manuscrito, más importante es, pero algunos manuscritos posteriores contienen textos muy antiguos y auténticos, en cuyo caso son tan importantes como los ejemplares más antiguos.
Los manuscritos bíblicos no son exactamente iguales, y la crítica textual ha de determinar el texto correcto.
Los expertos cuentan con manuscritos del Antiguo Testamento que datan desde el siglo tercero a.C. hasta el Siglo XII D.C., además de antiguas traducciones en arameo, griego, siriaco, latín y otros idiomas. En cuanto al Nuevo Testamento, tiene documentos que datan desde principios del siglo segundo D.C. hasta el siglo XVI, además de antiguas traducciones en varios idiomas, especialmente latín, siriaco y copto.
A continuación anotamos algunos de los principales manuscritos que datan del siglo segundo A.C. hasta el siglo quinto D.C.
Hasta 1947 nuestro más antiguo manuscrito del Antiguo Testamento hebreo, excepto fragmentos relativamente sin importancia, databan de finales del siglo IX D.C. Nuestro más antiguo manuscrito del Nuevo Testamento era mucho más antiguo (en casi ocho siglos) que nuestros más viejos manuscritos del Antiguo Testamento.
Pero ahora contamos con ejemplares de textos hebreos precristianos.
Los primeros rollos del mar Muerto se descubrieron en 1947 en una cueva cerca de Qumram, al noroeste del mar Muerto. El primer descubrimiento incluía un rollo completo de Isaías en hebreo, uno de los más antiguos que se hayan descubierto, con fecha del siglo segundo A.C. Éste, como muchos de los otros rollos del mar Muerto, concuerda en forma admirable con el texto reconocido del Antiguo Testamento, el texto masorético.
Fue el primero de los materiales de Qumram que se haya publicado, y todavía es el mejor conocido. Después de los primeros descubrimientos, se exploraron sistemáticamente otras cuevas y se descubrieron materiales de cada libro del Antiguo Testamento, excepto el de Ester.
También aparecieron comentarios bíblicos y otras clases de obras literarias. El gran valor de los rollos está en que sus textos hebreos constituyen vigoroso testimonio en cuanto a la confianza que merece el Antiguo Testamento que hemos conocido durante siglos.
Los Rollos del mar Muerto constituyen el más dramático descubrimiento relativo al Antiguo Testamento en lo que va de siglo.
C. H. Roberts descubrió un fragmento de papiro de 6 X 9 centímetros en una colección de la Biblioteca John Rylands, de Manchester, Inglaterra. Éste contiene treinta palabras en griego procedentes del capítulo 18 de Juan (18:31 33, 37 38). Es la más antigua porción de manuscrito del Nuevo Testamento que se conoce y data de la primera mitad del siglo segundo. Procede de un códice, no de un rollo. Lo sabemos porque está escrito en ambas caras del papiro, fenómeno raro en los rollos. Los eruditos conocen el fragmento por el símbolo p52.
En 1956, 1958 y 1962 se publicó el papiro Bodmer II. Éste incluye los primeros trece capítulos de Juan en griego, en condición casi perfecta, y fragmentos de los restantes capítulos. Tiene fecha de alrededor de 200 D.C. y se encuentra en la Biblio teca Bodmer, cerca de Ginebra. En 1961 se publicó otro documento Bodmer: Lucas 3:18 hasta Juan 15:8. Puede ser que su origen se remonte al último cuarto del siglo segundo.
Otros fragmentos Bodmer incluyen Judas y 2 Pedro en griego (alrededor de 200 D.C.), y porciones de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamentos, en griego y copto.
Adquiridos en 1930 por Chester Beatty, fue sir Federico Kenyon quien los anunció al mundo en el London Times del 17 de noviembre de 1931. Incluyen porciones del Antiguo y del Nuevo Testamento, y su fecha aproximada es del tercer siglo D.C. (algunos les han asignado fechas en forma más general, fechas que van del segundo al cuarto siglo).
Son once códices de papiro, siete del Antiguo Testamento, tres del Nuevo y una parte de I Enoc. Las más antiguas copias de las epístolas paulinas, con algunas lagunas (especialmente las pastorales: I y II Timoteo y Tito) se hallan en el grupo; también porciones de los cuatro evangelios y Hechos que datan de poco después de 200 D.C. Una parte del Apocalipsis completa los papiros que se encuentran actualmente en la biblioteca Chester Beatty, Dublín, a excepción de treinta hojas de las epístolas paulinas que están en la biblioteca de la Universidad de Michigan, Ann Arbor.
En 1844 Constantino von Tischendorf descubrió cuarenta y tres hojas de pergamino del hoy famoso Códice Sinaítico, en el monasterio de Santa Catalina, en el monte Sinaí. De aquí el nombre del manuscrito.
Al parecer, los monjes ignoraban por completo su valor, porque las cuarenta y tres hojas habían sido puestas en un cesto de papeles viejos en donde Tischendorf las descubrió y las rescató.
Al regresar en 1859 logró, aunque con mucha dificultad, persuadir a los monjes para que le dieran lo que había quedado del documento (al parecer, ya estaban enterados de su valor). En conjunto, esta copia del siglo IV incluía todo el Nuevo Testamento y la mayoría del Antiguo.
El Códice Sinaítico, exceptuadas las primeras cuarenta y tres hojas, que se encuentran en Leipzig, está actualmente en el Museo Británico de Londres.
Otro conocido documento es el Códice Vaticano, copia del siglo iv. Descubierto en la Biblioteca Vaticana y llevado a París durante un tiempo por Napoleón, actualmente está en la Biblioteca Vaticana en Roma, y contiene el Antiguo Testamento griego (es el más antiguo y mejor de los manuscritos de la Septuaginta), y el Nuevo Testamento hasta Hebreos 9:14 (todos los materiales después de esta porción se han perdido).
Este y el Sinaítico son códices hermanos, probablemente de origen egipcio. Constituyen el mejor texto griego de que se dispone.
El Códice Béze es una copia del IV o V siglo y contiene textos incompletos de los cuatro evangelios y los Hechos, además (s. IV o V) de unos pocos versículos de I Juan. Las páginas de la izquierda tienen un texto griego y las de la derecha el texto en latín. Lleva el nombre del reformador Béze, quien lo obsequió a la Universidad de Cambridge en 1581. Lo había adquirido del monasterio de San Ireneo en Lyon, en 1562. Contiene 406 hojas, pero sin duda originalmente contenía por lo menos cien más.
El Códice Washingtoniano I es un importante manuscrito que data del cuarto o quinto siglo. Charles L. Freer lo compró a un vendedor de El Cairo, Egipto, en 1906. El documento, que contiene los evangelios en griego en el orden de Mateo, Juan, Lucas, Marcos (igual que el Códice Béze), está en el Museo de Arte Freer, el cual está relacionado con el Instituto Smithsoniano de Washington, D.C
El Códice Alejandrino es un manuscrito, del siglo v del Antiguo y Nuevo Testamento en griego, además de dos libros extrabíblicos: las Epístolas de Clemente. Se cree que haya sido obra de Thelka el Mártir. El libro fue obsequiado al rey Carlos I en 1627 por Cirilo Lucar, patriarca griego de Alejandría; de allí su nombre. Se halla en el Museo Británico, Londres, y fue uno de los primeros obsequios con que se fundó el museo.
Un códice incompleto del Antiguo y Nuevo Testamento en Códice de griego, procedente del siglo v, el de san Efrén, se conoce como palimpsesto. El término "palimpsesto", se deriva de dos palabras griegas: palin, que significa "de nuevo", y psestos, que significa "borrado" o "raspado"; de modo que un manuscrito palimpsesto es uno cuya escritura anterior se ha raspado para que el pergamino pudiera usarse "de nuevo".
En 1950, en el monasterio de Santa Catalina del monte Sinaí, se descubrió un extraordinario palimpsesto, que había sido usado cinco veces y por tanto se le conoce como "palimpsesto quíntuple". En el caso del palimpsesto de san Efrén, el texto bíblico había sido borrado, pero con relativo éxito se emplearon sustancias químicas para restaurar la primera escritura. (Actualmente la fotografía con rayos ultravioleta hace innecesario el empleo de sustancias químicas en los palimpsestos.) Un tratado de san Efrén estaba escrito encima de la escritura bíblica. De ahí el nombre del códice. Incluye 64 páginas del Antiguo Testamento y 145 del Nuevo, procedentes de un original de 238. Es realmente admirable que existan tantos manuscritos de la Biblia. Ninguna otra literatura antigua puede jactarse de tantos testimonios. En efecto, las obras de las literaturas griega y romana existen en muy pocos manuscritos, y éstos, en su mayoría son posteriores al siglo IX D.C.; únicamente los manuscritos del poeta latino Virgilio (copias, desde luego) son de fecha más antigua y. corresponden a 300 ó 400 años después de la muerte del autor. Pero los eruditos bíblicos cuentan con una superabundancia de materiales con los cuales trabajar, y los materiales son mucho más cercanos al tiempo de su escritura. Este hecho es otra prueba de la amplia influencia de la Palabra de Dios y su providencial preservación.Autor: Donald E. Demaray¿Quieres leer la primera parte de este artículo titulado Manuscritos y Originales de la Biblia: ¿Qué pasó con ellos?.
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